Disney y la manzana…

Sería, sin duda, la noticia del año en el entorno de la tecnología y los contenidos: la posibilidad de que Apple, cada vez más interesada en hacer crecer su negocio de servicios, llegase a un acuerdo para adquirir Disney, una compañía enorme pero, sin duda, dentro del ámbito de lo que la mayor compañía del mundo podría plantearse adquirir.

Una operación que se ha rumoreado en muchas ocasiones sobre todo debido a los fuertes lazos que unen a ambas compañías: Steve Jobs estuvo en el consejo de Disney entre 2006 y 2011 tras haber creado y haberle vendido Pixar, una de las operaciones sin duda más interesantes para la compañía. Bob Iger, que el pasado noviembre volvió a la posición de CEO de Disney pasando por encima de varios candidatos internos, formó parte del consejo de Apple desde la muerte de Jobs hasta que la compañía anunció, en 2019, que entraba en el negocio de los contenidos televisivos. Sin duda, ambas compañías se conocen muy bien a todos los niveles.

Disney, por otro lado, navega aguas la mar de turbulentas y confusas. La compañía va razonablemente bien dado su contexto y es enorme, pero tiene problemas en su negocio de canales de televisión debido a una tendencia cada vez mayor al cord-cutting que la lleva a inclinarse progresivamente hacia el streaming, así como por el lado creativo debido a la huelga de guionistas y actores, y se encuentra, además, desarrollando tecnología en cada vez más ocasiones, algo que podría beneficiarse en gran medida de las capacidades de Apple.

Para Apple, por otro lado, una adquisición como esa supondría el espaldarazo definitivo a su estrategia de servicios, y le permitiría ofrecer un portfolio amplísimo que va desde los contenidos infantiles hasta los más frikis, pasando por unos deportes con los que ya lleva tiempo haciendo algo más que coquetear. De hecho, para Disney, que en algunos momentos ha visto con preocupación los avances de Amazon para hacerse con cada vez contenido deportivo, contar de repente con los recursos de Apple sería una verdadera bendición.

Todo ello suponiendo, por supuesto, que una operación de semejante calado contase con la aprobación de la SEC de Lina Khan, empeñada en controlar muy de cerca los movimientos de las big tech para evitar una concentración cada vez mayor. Sería incluso posible que, ante un planteamiento como este que crearía un actor gigantesco e. importantísimo a nivel mundial, el propio análisis de la operación por parte de la SEC fuese relativamente más suave con respecto a lo que hemos visto últimamente, a pesar de que la adquisición daría lugar a un gigante y sería un paso más en la concentración de la industria de los contenidos, que quedaría como Apple, Netflix, Amazon y lo que pudiese resultar de fusiones entre todas las demás (NBC-Universal, Paramount, Warner, etc.) En 1983, el 90% de los contenidos producidos en los Estados Unidos pertenecía a unas cincuenta compañías. En 2011 eran seis, un número que además, tiende a seguir reduciéndose.

Por lo general, se ha estimado que Apple no se lanzaría a operaciones de adquisición de gran calado y con posibles implicaciones de cara a la regulación, sino que era más amiga de hacer adquisiciones más pequeñas. De hecho, se llegó a rumorear hace algunos años que la compañía podría estar interesada en adquirir Netflix, algo que finalmente no llegó a tomar carta de realidad pero que también encajaba sumamente bien en su estrategia de pivotar cada vez más hacia los servicios y los contenidos.

Ahora, tras unos resultados de Apple que demuestran que su orientación a los servicios está funcionando extremadamente bien, la posibilidad de una adquisición tan importante como Disney podría volver a tener sentido, y más con un Bob Iger en la compañía que seguramente la vería con muy buenos ojos. Seguramente, Apple tendería a deshacerse de algunos de los negocios de Disney, pero podría aprovechar muy bien las posibilidades que tienen muchos otros, y definitivamente apuntalaría su posición como compañía más grande del mundo.

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