El drama del G20: sin acuerdo sobre el fin de los combustibles fósiles

La Cumbre del G20 2023 en Nueva Delhi está siendo muy comentada fundamentalmente por dos cuestiones: la primera, la invitación a la Unión Africana para ser miembro permanente del grupo, admitiendo que el continente está destinado a jugar un papel muy importante en el futuro del mundo. Y la segunda, que los países allí reunidos han tomado la decisión de triplicar sus inversiones en el desarrollo de energías renovables… pero no han sido capaces de llegar a ningún tipo de acuerdo para poner fecha a la eliminación de los combustibles fósiles, el verdadero cáncer de la humanidad y la verdadera causa de la emergencia climática que estamos viviendo.

Un planeta en el que el uso de combustibles fósiles no tiene fecha de finalización es un planeta condenado a la catástrofe. Tanto los países más ricos del mundo como todos los demás lo saben aunque pretendan estúpidamente negarlo argumentando que «no se puede parar la economía». No, la economía no se para: todo lo contrario: con el acuerdo al que han llegado de triplicar las inversiones en energías renovables no solo se asegura muchísima actividad y muchos puestos de trabajo, sino que se garantiza también que toda la energía que necesitemos se puede generar.

Pero a pesar de eso, en virtud de algún tipo de razonamiento suicida y cortoplacista, seguimos evitando poner fecha al fin del uso de combustibles fósiles. y no solo eso: seguimos subvencionando con muchísimo dinero público a las compañías que lo producen, algo que genera cada vez más lógicas protestas.

Tenemos que entenderlo de una maldita vez: la decisión es o bien poner fecha al fin de los combustibles fósiles con todo lo que ello conlleva, o vivir en un mundo cada vez más desestabilizado en el que los huracanes, los tornados, las olas de calor y los incendios serán cada vez más frecuentes, hasta el punto de que la probabilidad de que nos alcancen y afecten a nuestra vida o a nuestro patrimonio sea cada vez más elevada. Una lotería siniestra con un montón de idiotas diciendo eso de «bah, no me va a tocar a mí», mientras siguen pidiendo a sus gobiernos que no les corte el grifo del asqueroso líquido maloliente que utilizan para sostener artificialmente su modo de vida.

Ese modo de vida está agotado. Ese modelo no da más de sí, Y seguir negándose a ponerle una fecha límite es un auténtico drama contra el que tenemos que rebelarnos los que entendemos lo que está realmente en juego. Mientras no se llegue a un acuerdo para dejar de extraer y comercializar combustibles fósiles, tendremos que seguir siendo pesimistas. Necesitamos una fecha límite a la que mirar, y la necesitamos ya.

Además, y al hilo de la entrada en el G20 de los más de cincuenta países que forman la Unión Africana, es fundamental entender que tenemos no solo que poner fin a los combustibles fósiles en los países desarrollados que, aunque no lo crean, pueden permitírselo, sino también financiar a los países en vias de desarrollo que, sin las correspondientes ayudas económicas, no pueden planteárselo. En este momento de la historia de la humanidad, no hay nada, absolutamente nada más importante que tomar esas decisiones. Todo lo demás es accesorio.

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