Mi columna en Invertia de esta semana se titula «De los algoritmos a los robots» (pdf), y trata de explicar que las actuales preocupaciones por las pérdidas de puestos de trabajo presuntamente debidas a la adopción de algoritmos generativos que posibilitan unos niveles de productividad superiores en el trabajo administrativo, conocido habitualmente como «de cuello blanco», no van a ser nada comparadas con lo que se avecina cuando esos algoritmos se incorporen a la robótica y afecten al llamado trabajo «de cuello azul».
La presentación de Optimus, el robot humanoide de Tesla, y las previsiones de su creador, Elon Musk, de que llegue a haber en el mundo más robots que personas, alertan de un futuro que muchas novelas de ciencia-ficción han anticipado, pero que nunca habíamos visto tan cerca. El conocido ejército de más de cien mil robots que trabajan a diario en los almacenes de Amazon se remodela para mostrarnos Proteus, que además de arrastrar estanterías de un lado a otro es perfectamente consciente de su entorno, diferencia si lo que tiene delante es un obstáculo o una persona, e incluso le pide que se aparte cuando corresponde.
Vamos hacia un futuro en el que muchas de las cosas que hoy consideramos trabajo y que desarrollan seres humanos dejarán de serlo. Un robot bien armado con la algoritmia adecuada no solo será capaz de llevar a cabo muchos trabajos mejor que una persona, sino que además, lo hará con mayor exactitud y sin cansarse. Por el momento, los despidos debidos a la llegada de la algoritmia generativa y a la anticipación de una mayor productividad, del «hacer más con menos», se reducen a algunos países como los Estados Unidos en los que la protección del trabajador es prácticamente inexistente y en los que este tipo de novedades tienden a introducirse rápidamente, pero pronto llegarán a muchos más sitios. Y cuando esos algoritmos pasen de las pantallas a los robots, lo veremos ya en su máxima expresión.
O empezamos a rediseñar ya la forma de repartir los excedentes de ese incremento de la productividad, o vamos a tener un problema muy serio. No, la IA no va a terminar con la humanidad, porque los robots no se van a rebelar contra los humanos. Serán los humanos los que se rebelen mucho antes que los robots.